Lucha Libre

    Luchadores llegan ahora al metro con llave contra la pandemia

    Elementos de a lucha libre hacen conciencia sobre el uso de cubrebocas en la CDMX.


    Por:
    TUDN y EFE.


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    El ciclista mexicano también habló del momento clave en que se le fue el liderato y la negativa de Richard Carapaz de ayudarlo.

    El Bandido y otros ocho profesionales de la lucha libre mexicana cambiaron este martes el ring por los vagones del metro capitalino, donde se cercioraron de que sus millones de s llevan cubrebocas para noquear a la pandemia del coronavirus.

    Aunque ellos no necesitan uno, dado que sus tradicionales máscaras de luchador ya cubren su rostro, irrumpieron entre piruetas en el suburbano repartiendo mascarillas, desinfectando a la gente e incluso escarmentando, sin pasarse de fuerza, a los incumplidores.

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    "Estamos haciendo conciencia a toda esta gente que todavía dice que no existe el coronavirus. Venimos con cubrebocas, sanitizante y todas las medidas de seguridad que deben de haber en el metro para cuidarnos", dijo a Efe el Bandido, vestido con un traje de lentejuelas doradas con su férreo abdomen a la vista.

    Esta iniciativa forma parte de una campaña del Instituto de la Juventud de la Ciudad de México para promover el uso de mascarilla, que consiste en persuadir con humor a aquellos que todavía se resisten a llevar cubrebocas o que lo llevan mal puesto.

    En días pasados estuvieron en la concurrida Zona Rosa de la capital, en la Central de Abasto, considerado el mercado más grande de América Latina, y en el Mercado de Jamaica, también en la capital.

    Y les esperan nuevos asaltos, pues próximamente visitarán La Viga, mercado que se abarrota cada Semana Santa de familias comprando pescado.

    "Hay gente que sí se enoja y otros se lo toman a juego", comentó entre risas el Bandido, quien, con 10 años de experiencia en la lucha libre, se confesó impresionado porque la inmensa mayoría de los s del metro sí llevan cubrebocas.

    Aunque no faltaron algunos pillos sin mascarilla o con la mascarilla por debajo de la nariz que al ver llegar al imponente grupo de luchadores apretaba a correr en sentido contrario sin demasiado éxito.

    El escarmiento: le colocaban un cubrebocas, lo rociaban con desinfectante y, en algunos casos, lo manteaban varias veces. "Así no se le olvidará ponérselo", se escuchaba.


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