Mentira que las telenovelas están muriendo

Imagina por un momento dónde estabas cuando viste por última vez un episodio de telenovela frente a la televisión. Lo más probable es que estuvieras junto a una parte importante de tu familia. Que la comentaran, que compartieran esa intimidad. Es posible, también, que recuerdes con algo de nostalgia esos encuentros diarios que desaparecieron con la televisión convencional.
Con la llegada de los smartphones, con los servicios de streaming y con el ascenso de la oferta y calidad de las producciones para televisión, la tevé —en el sentido tradicional— se está transformando por completo. Está dejando de ser el electrodoméstico que moldeó nuestras rutinas diarias (“nada de TV hasta terminar las tareas”; “comamos antes de que empiece ‘la novela’”; o “¿viste lo que hizo Soraya anoche?”, y así) para ser un aparato en el que consumimos lo que queremos.
¿Qué pasará entonces con las telenovelas? Esa pregunta es demasiado compleja y extensa para responder en unas líneas. Para la mayoría, estos shows de televisión son una forma de unión familiar. Shows con los que es fácil identificarse, ya sea porque mostraban un amor que lo podía todo, porque retratan la esencia y la cotidianidad de algunas partes de la sociedad, o porque funcionan como una parodia de la vida real.
Estas dosis de ficción en la vida diaria han construido durante décadas la identidad de millones de personas (como de quien escribe y quien lee este post).
Lo primero que debemos saber es que es que las telenovelas no han muerto ni van a morir.
Para entender esto, tenemos que echarnos un pequeño flashback: las telenovelas son hijas de las radionovelas, nietas del cine melodramático, bisnietas de las novelas de folletines y tataranietas del melodrama teatral del siglo XVIII. ¿Qué significa eso? Que la historia de la telenovela realmente es una larga evolución de las artes dramáticas de Occidente. Desde el teatro griego clásico hasta RBD. En serio.
Cambia la forma pero no el fondo
Latinoamérica es mundialmente conocida por sus telenovelas. El nacimiento de estas dio justo en el blanco de lo que necesitábamos para expresarnos creativamente: son esa forma exagerada de mostrar nuestras emociones, y son una vía para mostrar nuestra visión fatalista de la vida, el drama y el amor. Son uno de los fenómenos de masas que mayor impacto han tenido en la cultura latina.
En realidad, las telenovelas son solamente otra manifestación del melodrama: un género que nació de la necesidad de hacer un espectáculo 'total' en teatro, que fuera muy atractivo a la audiencia. De ahí que estas historias tengan muy marcados estos rasgos: traidor, justiciero, víctima, y bobo; y sus emociones: miedo, entusiasmo, lástima y risa. Esto les da un espacio maravilloso para excederse en todo lo demás: como la intensidad de las emociones, la vileza de los personajes o lo absurdo de las situaciones.
Basta recordar esa escena de "Betty, la fea " en que don Armando y su amigo Mario discutían cómo emborrachar a Betty para acostarse con ella y enamorarla. Hoy en día eso sería acoso laboral, violencia de género y hasta apología de la violación, pero hace 15 ó 20 años era una situación divertida y cotidiana (capítulo 68).
Cuando alguien habla de la muerte de las telenovelas realmente no está hablando de las telenovelas. Habla de las nuevas generaciones que han decidido voltear la cara porque encontraron algo mas para ver en los lugares en donde ellos están consumiendo el entretenimiento. Pero la supervivencia de las telenovelas depende de algo más que ellas mismas y —según nos están enseñando los millennials— se trata de la plataforma donde habitan.
Telenovennials: la 'nueva' telenovela
Cada vez más encontramos contenidos hechos y pensados para plataformas distintas a la televisión. Existen incluso movimientos serios pensados para 'salvar a las telenovelas' (sí, como a las ballenas). Uno de ellos nace de la plataforma digital Udisea. En su manifiesto dicen claramente: "Nos oponemos a la muerte de las telenovelas. No creemos que hayan muerto o dejen de existir. Todo lo contrario, nosotros creemos que es un trabajo de cuidados intensivos con el que las telenovelas darán un salto para adaptarse a los gustos y consumos de ahora”.
A ese salto lo llamaron telenovennials. Un proyecto en internet —con un nombre evidente— con el que quieren dejar clara que su intención de devolverles el brillo que tuvieron durante décadas. ¿Cómo? Tomando todo lo que amamos de las telenovelas y que las hicieron tan nuestras (gustos, necesidades y emociones, sobre todo emociones), y traduciéndolo a nuevos formatos — memes, mensajes de Whatsapp, videos de Youtube.
Sus contenidos se ajustan a cómo vemos la tele ahora: cuando sea, como sea. Las telenovennials le apuntan a eso, a ser la dosis de pasión, traición e infortunios que todos necesitamos a diario, a convertirse en la referencia indiscutible del sentimentalismo que ha hecho grandes otras series. A final de cuentas, 'Girls', 'Downton Abbey ', no son otra cosa que telenovelas hechas series de TV; melodrama como lo ven los ingleses y estadounidenses.
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