El Sahara y la selva del Amazonas están más relacionadas de lo que creías
Cada año, el polvo del Sahara viaja miles de kilómetros con un propósito esencial para la naturaleza y no, no es para terminar con la vida en el mundo.
Durante el verano de 2020, algunas autoridades latinoamericanas advirtieron sobre la llegada de una densa nube de polvo proveniente del desierto del Sahara.
En medio de una pandemia, lluvias y un sismo en México, la noticia de la llegada de una nube de polvo no parecía algo positivo, pero es algo más normal (y necesario para la naturaleza) de lo que se piensa.
El desierto del Sahara es una de las regiones más calientes del planeta. Todos los veranos, un aire seco levanta una nube de polvo que viaja más de 5 mil kilómetros cruzando el Atlántico.
Las investigaciones científicas estiman que cada año se transportan cerca de 100 millones de toneladas de polvo, de las cuales, 27 millones llegan a la cuenca del Amazonas.
De acuerdo con una investigación de la Universidad de Maryland, 0.08% de la nube está formada de fósforo, un nutriente importante para las plantas y, cada verano, y el Amazonas se favorece del polvo.
Desde hace varios años, la NASA y otros científicos de todo el mundo buscaban la relación entre el Polvo del Sahara y el Amazonas, hasta que la investigación confirmó la hipótesis.
Según los científicos, el Amazonas pierde nutrientes por las fuertes lluvias e inundaciones de la región, pero los recupera gracias al fósforo de la nube de polvo.
La investigación recopiló datos del satélite Calipso de la NASA, que estudió el fenómeno entre 2007 y 2013. Incluso la Agencia Espacial compartió un video que muestra cómo la nube cruza el planeta.
A pesar de que es una nube muy densa, la mayor parte del polvo se queda en el aire hasta desintegrarse y otra parte se esparce por todo el Caribe.
La alerta en 2020 ocurrió porque fue una de las nubes más densas detectadas en el últimos años; sin embargo, es un fenómeno común que tiene pocas implicaciones en la vida cotidiana.
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